El abuso sexual y el maltrato físico motivan casi el 20% de las nuevas tutelas de menores
Raquel Santamarta - lunes, 5 de octubre de 2015
Casi la mitad de ellas, 41 de un total de 87 en los años 2013 y 2014, responden en la provincia a situaciones de negligencia, abandono e inadecuado ejercicio de los deberes de protección
El abuso sexual y el maltrato físico obligó a la Junta de Comunidades a asumir la tutela de cinco menores -en el primero de los supuestos- y de diez -en el segundo- en la provincia de Ciudad Real en los años 2013 y 2014. No obstante, estos motivos de desamparo no responden a la mayoría de los casos, pese a estar presentes en dos de cada diez.
Así, la negligencia, el abandono y el inadecuado ejercicio de los deberes de protección (es decir, la desatención en cuestiones básicas como son la alimentación, la higiene y la vestimenta) centran casi la mitad de los expedientes abiertos con 41 de un total de 87. El resto son 'Menas' (10), bajo cuyo epígrafe se esconden las historias de niños extranjeros que se convierten en adultos demasiado rápido; menores 'tocados' por un trastorno psíquico parental (9); víctimas de la toxicomanía de sus progenitores (7), así como de su encierro en prisión (1); huérfanos (3); y tutelados por orden judicial (1).
A estos 87 pequeños, se unen otros 27 declarados «en situación de riesgo» durante estos años y una guarda voluntaria. No obstante, estos niños y adolescentes se vienen a unir a otros muchos, ya que a finales de 2014 la Consejería de Bienestar Social tenía 1.255 menores bajo su protección en Castilla-La Mancha: 304 en la provincia de Ciudad Real.
De ellos, según las estadísticas facilitadas, 266 se encontraban en hogares de acogida o bien en centros al asumir su tutela el Gobierno regional; 23 eran seguidos muy de cerca por los servicios sociales; y 15 estaban al cuidado temporal de la administración regional a petición de sus propios padres.
En este sentido, la directora general de Menores y Familias, María Ger, explica que «se intenta trabajar con la familia antes de adoptar la medida de separación, porque no deja de ser un hecho traumático para el niño». A este respecto, asegura que el actual Ejecutivo regional apuesta por «poner el foco en la prevención y en llevar a cabo ésta de una manera planificada y ajustada a las necesidades actuales de la sociedad», siendo muy conscientes de que «no se puede establecer una correlación directa con determinados grupos socioculturales a la hora de hablar de maltrato infantil».
«La prevención puede ser una pieza fundamental que redunde en un mejor abordaje de las diferentes problemáticas», según subraya apuntando a tres vertientes: la puesta en marcha de campañas de sensibilización, así como la formación de los profesionales que prestan sus servicios en colegios, centros de salud y ayuntamientos; el seguimiento de las familias cuando ya existe una situación de riesgo o vulnerabilidad; y la intervención de cara a paliar el daño y evitar la cronificación o prolongación del mismo minimizando las secuelas.
De este modo, Ger señala los programas de mediación familiar -para resolver conflictos de pareja que implican un riesgo de desestructuración del hogar- y violencia intrafamiliar -de la mano de Amformad- sin olvidar, ante los casos más extremos, el trabajo que se realiza desde la Unidad de Valoración del Abuso Sexual Infantil (Uvasi) del Hospital La Mancha-Centro de Alcázar de San Juan, de referencia para toda la región.
«muy oculta». «Esta tipología está muy oculta y, por lo tanto, muy olvidada; porque se dan casos en los que el que comete esta transgresión también es menor», asegura Ger poniendo el acento en «unas secuelas que son muy graves». Asimismo, señala la coexistencia de motivos en muchos de los casos detectados: «Cuando hay un maltrato físico es muy frecuente que también aparezca asociado el psicológico, que es uno de los más difíciles de demostrar».
Invisibilidad es la palabra más repetida por todos quienes se ocupan y preocupan de este fenómeno porque, en la mayoría de los casos, los menores no piden ayuda y este hecho los sitúa en una posición aún más vulnerable ante la persona que ejerce el maltrato.
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