domingo, 25 de octubre de 2015

Delito sexual infantil: “Hay jueces con la misma visión de género quelos abusadores”


Por Juan Pablo Gorbal / jgorbal@lanueva.com
El 29 de mayo de 1996, como integrante de la Cámara Segunda del Crimen de Bariloche, el juez Carlos Rozanski hizo el click. Al escuchar cómo su colega Miguel Angel Lara interrogaba, casi con crueldad, a una joven de 16 años con un retraso mental de 10, que había sido abusada, dijo basta. No solo decidió denunciar a Lara ante el Consejo de la Magistratura de Río Negro, sino que se comprometió a mejorar la intervención en este tipo de problemáticas, con el foco puesto en el punto de vista de la víctima. Y lo hizo.
Se capacitó para instruir a colegas y operadores del sistema (legisladores, funcionarios judiciales, policías) de nuestro país y del exterior y fue factor decisivo en la creación de una herramienta vital para la lucha contra el abuso sexual infantil: la cámara Gesell (espacio acondicionado para entrevistar a los chicos sin someterlos a situaciones traumáticas).
Su enriquecedora experiencia también llegó a Bahía Blanca. Días atrás presidió una jornada organizada por la ONG Creer, Sí y “La Nueva.” pudo entrevistarlo.
Dejó conceptos tan interesantes como preocupantes. Por caso, que “de cada mil abusos a niños solo uno se esclarece” y que si bien la Argentina es el único país que prohíbe que los chicos sean sometidos a la instancia de juicio oral -para evitar la revictimización-, resta para mejorar los métodos de intervención.
“Desde lo que sucedió en Bariloche me puse a trabajar en un proyecto de ley que me llevó cinco años y que luego fue aprobado. El eje de aquella ley fue sacar a los chicos de los juicios, porque se los somete a un ámbito absolutamente desconocido, con gente desconocida y se lo interroga sobre aspectos de su intimidad. Es exactamente al revés de lo que dice la Comisión sobre el Derecho del Niño, no es que se le garantice que va a ser oído (en el juicio), sino que se lo está silenciando", opinó Rozanski.
"Al niño abusado o maltratado no se lo debe interrogar, porque se violan sus derechos, sino que se lo debe entrevistar; son dos cosas distintas", diferenció.
-¿A qué debe apuntar la profundización del cambio en la materia?
-Hace falta una mayor capacitación de los operadores. Hay cada vez más dedicación a este tema, pero la deuda es siempre grande. Lo que hay que cambiar es mucho, especialmente en los operadores que mantienen una visión masculina, varonil, de discriminación y eso solamente va a mejorar cuando se vayan renovando los cuadros de jueces y los sistema de selección incluyan los mecanismos para poder saber qué clase de persona se está designando como juez, no solo porque sabe más sobre términos jurídicos, sino también sobre aspectos humanos. Todavía hay jueces que tienen la misma visión de género que los abusadores. Si una mujer violada usaba la pollera corta, esto va a incidir de manera directa o indirecta en la decisión del juez o la jueza que mantienen una visión de género tradicional, es decir la varonil, la masculina. Hay casos en los juicios en que a una psicóloga, luego de dos horas de explicación sobre las entrevistas que realizó, se le pregunta si tiene 100% de seguridad en lo que dice, como si se tratara de una disciplina matemática. A un ingeniero no lo tratan mal como a veces sucede con una psicóloga.
-¿Y qué responsabilidad le cabe a la sociedad toda en esta cuestión?
-Son peligrosos los funcionarios que tienen la misma visión de género e ideología que los abusadores, pero también está mal aquel sector de la sociedad que mira para el otro lado, sin la necesidad de ser tan malo como los otros. Decía (Martin) Luther King que le preocupaba más que la maldad de los malos, el silencio de los buenos.
Disyuntiva
Violadores: ¿delincuentes o enfermos?
No hay dudas para el juez Rozanski: "Si es una persona que violó la ley, debe ser tratada como un delincuente y tendrá que responder por eso". La disyuntiva, casi tan vieja como la ley, es si los violadores son delincuentes o enfermos.
"Puede haber casos de alienación, pero como en cualquier delito. Hay muchos abusadores que han sufrido de niños y muchísima gente que está en la cárcel, por delitos graves y no tan graves, que han tenido una infancia muy triste; ahora, la mayor parte de la gente que ha tenido una infancia muy triste no comete delitos, sino la sociedad no podría vivir como vive", razonó.
En cuanto a la reinserción del violador en la sociedad, Rozanski advirtió que depende de cada caso. La mayor parte de los abusos se dan en el ámbito conviviente y su objeto de perversión está en ese lugar, con lo cual, si se aplica la ley como corresponde, este tipo de delitos prevé penas muy altas, de 10, 15, 20 o más años de prisión.
"Por lo tanto, cuando salga aquella persona que pasó ese tiempo preso, la víctima va a tener 10, 15 o 20 años más y será prácticamente imposible que pueda reincidir", opinó el magistrado.

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