miércoles, 30 de julio de 2014

“Por cada dos casos que sabemos de abuso sexual infantil, puede haberde diez a doce casos que no sabemos”.



“Por cada dos casos que sabemos de abuso sexual infantil, puede haber de diez a doce casos que no sabemos”. 


Así lo estima el presidente del Colegio de Profesionales del Trabajo Social, Larry Emil Alicea Rodríguez, quien lleva desde 1998 trabajando con sobrevivientes de este mal en Puerto Rico. 
¿Por qué tantos niños no denuncian el abuso sexual? “Porque cuando hablan del abuso sexual, la familia se destruye”, responde el trabajador social clínico, al recordar que en Puerto Rico más del 70% de los casos son intrafamiliares. De hecho, los principales victimarios suelen ser el padrastro o el padre del menor. 

“Probablemente remueven a estos niños de su familia, los ubican en hogares de crianza diferentes. El efecto que tiene esto provoca que los niños no hablen o, luego de que hablan, digan que no pasó para que las cosas vuelvan a como estaban antes”, explicó Alicea Rodríguez. “El impacto de revelar el abuso sexual y las cosas que suceden después son tan traumáticas que el niño decide mejor regresar a casa y seguir como estaba antes, pues al menos está con sus hermanos”.

El experto agrega es muy difícil reunificar a una familia después de que se registra un caso de abuso sexual intrafamiliar. “La recomendación de los expertos es que mientras ese niño tenga la minoría de edad, no se relacione con su alegado agresor. No hay manera de reunificar a un niño con su alegado agresor porque lo que trae es el recuerdo del abuso sexual”, menciona el trabajador social clínico en la Gran Entrevista con El Nuevo Día. 

“De igual forma, mientras la madre y los familiares que cuidan a este niño no acepten el abuso sexual, no es posible que retorne al hogar porque una condición para que un tratamiento de salud mental funcione es que esa persona acepte el problema. Cómo vamos a trabajar con un niño abusado cuando sus familiares cercanos no aceptan el abuso sexual que ocurrió”, agrega.

Indica que el trabajo terapéutico con estos menores puede durar años, dependiendo de cuán grave o complicado haya sido la experiencia vivida. También dependerá de otros estresores a los que esté expuesto el niño o el joven como, por ejemplo, la adaptación a un nuevo hogar de crianza. 

Lo principal que se busca es que aprenda a sobrevivir el abuso y a volver a confiar en otras personas, así como a llevar su sexualidad de forma saludable. “Tenemos casos que en 20 sesiones (de terapia) se resuelven, pero otros tardan años”, asegura Alicea Rodríguez.

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