miércoles, 25 de septiembre de 2013

Víctimas por partida doble

Nota :Como norma, no suelo publicar artículos con detalles explícitos.Por respeto a los mejores y no re-victimar y exponerlos.Este caso en el país de Chile expuesto en este artículo nos debe llevar a la reflexión y es una excepción.
Reflexiono:
¿A dónde queda el interés superior del niño?,¿Después de un veredicto de esta naturaleza, quedarán Niños que denuncien en Chile?,¿Qué tiene que cambiar en la integración de ministerio público en este tipo de casos? ¿Y a donde queda la grabación de las declaraciones para no repetirlas?, ¿Y la cancelación del careo de menores y adultos?,¿Están los jueces capacitados?,¿Porqué re-victimar a los niños que fueron victimados ,¿y la declaración del menor como carga principal de la prueba?
El caso:
La Corte Suprema anuló el juicio que condenó a 60 años de prisión al ejecutivo del Banco Central, Enrique Orellana, por el delito de violación a sus tres hijas menores de edad. 
El máximo tribunal estimó que el ingreso de peritajes fuera del plazo de investigación vulneró el derecho de defensa de Orellana. La fiscalía anunció que irán a un tercer juicio para “probar que los hechos ocurrieron tal como relataron las menores”. 
El siguiente es el reportaje que publicó CIPER cuando se conoció el veredicto unánime del Cuarto Tribunal Oral en lo Penal, en abril de 2013.
El 15 de agosto de 2010, las dos hijas menores del matrimonio Orellana C. regresaron a la casa de su madre, Yamile C. Habían pasado el fin de semana con su padre, Enrique O., siguiendo el régimen de visitas acordado tras la separación de la pareja. 
Según declaró días después la madre a Carabineros, la segunda de sus hijas, P.O.C., de 4 años, “se fue a la pieza y lloraba y no respondía”.  
Al día siguiente, finalmente la niña le contó a su madre “que el papá le echaba hipoglós en la vagina, mostrando el movimiento con su mano, y además le tocaba las tetitas por debajo de la ropa”. En ese momento, la mayor de las niñas, S.O.C., de 9 años, le dijo: “…créele mamá, porque a mí también me hizo lo mismo”.
Recién ahí, Yamile C. tomó conciencia de la advertencia que días antes había recibido por parte de la directora del Colegio Mariano, respecto de su hija mayor. “Le dije que sospechaba que estaba siendo abusada. 
Cuando la madre escuchó esto se asombró y reaccionó incrédula”, recordó la directora.El 15 de agosto de 2010, las dos hijas menores del matrimonio Orellana C. regresaron a la casa de su madre, Yamile C. Habían pasado el fin de semana con su padre, Enrique Orellana, siguiendo el régimen de visitas acordado tras la separación de la pareja. Según declaró días después la madre a Carabineros, la segunda de sus hijas, P.O.C., de 4 años, “se fue a la pieza y lloraba y no respondía”.  Al día siguiente, finalmente la niña le contó a su madre “que el papá le echaba hipoglós en la vagina, mostrando el movimiento con su mano, y además le tocaba las tetitas por debajo de la ropa”. En ese momento, la mayor de las niñas, S.O.C., de 9 años, le dijo: “…créele mamá, porque a mí también me hizo lo mismo”.
Estos fueron los primeros indicios de una larga y compleja investigación judicial que concluyó el 20 de abril de 2013, con la sentencia unánime del Cuarto Tribunal de Juicio Oral en lo Penal, un fallo que es de acceso público (ver sentencia): Enrique Orellana Cifuentes – gerente de Estrategia y Comunicación de Política Monetaria del Banco Central- fue condenado a 60 años de presidio efectivo, sin derecho a beneficios, por violación reiterada de sus tres hijas menores de 9, 4 y 3 años, entre agosto de 2009 y agosto de 2010. Un caso que provocó alto impacto por la brutalidad del delito y también, porque su autor es reconocido entre sus pares como “un excelente profesional y muy preocupado de su familia siempre”. Un juicio que se inició por segunda vez, cuando los querellantes pidieron la nulidad de la primera sentencia en que el imputado fue absuelto en fallo dividido.
El extenso fallo contiene el detalle de las pruebas sexológicas forenses y peritajes sicológicos que realizaron especialistas del Servicio Médico Legal, para verificar la credibilidad y validez del relato de las tres menores. Durante el juicio oral, las niñas entregaron sus relatos en forma separada, en una sala contigua a la sala de la audiencia, especialmente acondicionada para que ellas pudieran estar tranquilas y declarar sólo frente a los tres magistrados que presidieron el tribunal.

BULLYING Y ADVERTENCIAS PREVIAS

Yamile C. presentó una denuncia por abuso sexual de sus tres hijas, en contra de Enrique Orellana, ante el 4ª juzgado de familia, el 19 de agosto de 2010, cuando escuchó los primeros relatos de sus tres hijas, que indicaban una conducta a lo menos impropia por parte de su padre. Hasta ese momento, Yamile –psicopedagoga de profesión- estaba algo incrédula y según declaró en el juicio, “con Enrique teníamos una buena relación, era un buen marido y padre”.
Había transcurrido casi un año desde su separación. Fue el 23 de agosto de 2009 cuando el ejecutivo del Banco Central resolvió poner punto final a la relación, y se fue de la casa. “Quería estar con mi pareja, pero lo más duro fue separarme de mis hijas ya que sabía que al irme la relación con las niñas sería compleja ya que la madre de ellas no estaba habilitada para cuidarlas”, declaró en el juicio oral Orellana.
Inicialmente, arrendó un departamento en calle Catedral para vivir solo, donde según los antecedentes aportados por la fiscalía, llevó a sus hijas en cuatro oportunidades. Luego, se fue a vivir con su actual pareja a una casona antigua de calle Capuchinos, donde ella vivía con sus tres hijos; lugar al que Orellana llevó a sus hijas a lo menos en tres oportunidades.
Mucho antes del quiebre matrimonial, hubo señales de alerta a los padres, respecto a la posibilidad de que la mayor de sus hijas, S.O.C., pudiera estar siendo víctima de abuso sexual, por los síntomas que presentaba. En 2006, cuando la niña tenía seis años, fue derivada por especialistas de su colegio, Scuola
Italiana, a la consulta de la sicóloga infantojuvenil, Ximena Rojas por el sistemático maltrato y agresiones que sufría por parte de sus compañeros.

La niña presentaba un cuadro de ansiedad, sobrepeso y baja autoestima. La especialista reparó en un antecedente adicional: masturbación compulsiva. Según declaró en el juicio, trabajó con ella dos años (2006-2008) y en ese tiempo, la niña nunca refirió abuso sexual. Sin embargo, tras analizar los test y pruebas que le realizó, habló con la madre en una sesión donde no fue el padre: “Recuerdo haber conversado de otras posibilidades, como por ejemplo, alguien que estuviera tocando a S. en un contexto más familiar, pero solo quedó en una conversación nada más, ella no me dio nombres en especial”.
Enrique Orellana asistió regularmente a las primeras consultas, pero luego dejó de ir, según declaró la especialista. Orellana aseguró que la doctora Rojas siempre habló del bullying como causa basal de sus problemas y que nunca habló de abuso sexual. “Estas masturbaciones estaban asociadas al estrés en el colegio, en la casa no se producía por lo menos entre el 2006 y 2007, se nos decía que era un comportamiento normal a causa del estrés y nos decían que habláramos con ella para que no lo hiciera frente a la gente sino que lo hiciera cuando estuviera sola en su pieza”, declaró Orellana.
Dado el cuadro complejo que enfrentaba la mayor de sus hijas, los padres consultaron la opinión de la sicóloga Ximena Sepúlveda, especialista infantojuvenil de la Clínica Las Condes. En el juicio, declaró: “Alcanzamos un buen nivel de confianza, me hablaba del colegio y en general muchas cosas de su familia, nunca me dijo que el padre la estuviera abusando sexualmente.  Yo no vi indicios de abuso sexual del padre u otra persona extraña ni de otro tipo de agresión física o psicológica, lo que dada su edad habría sido notorio. La masturbación en ella no me hizo sospechar y si bien al inicio lo exploré, no sospeché nada y si lo hubiera encontrado la habría derivado porque no soy experta”.
En 2008, los padres decidieron cambiar a su hija mayor al colegio Mariano, buscando alternativas al grave acoso escolar que estaba padeciendo la niña de 8 años. Sin embargo, el comportamiento de la menor  no cambió demasiado en el nuevo escenario. “Tenía un problema emocional, era retraída, ansiosa, demostraba tristeza, comía compulsivamente, era gordita, lo que afectaba su autoestima, y nos llamó la atención desde el inicio que se masturbaba dentro de la sala, sobre la silla, y por eso sudaba mucho”, declaró la religiosa Paulina Rodríguez, directora del Colegio.
En 2009, con 9 años, S. fue acentuando su carácter retraído, bajó sus notas y siguió masturbándose. Según cuenta la profesora jefe de S. en ese entonces, la mamá de las niñas “estaba desbordada” por la separación de su marido. “Le comenté sobre lo de la masturbación compulsiva en varias ocasiones –agrega-, incluso le sugerimos que siguiera un tratamiento psicológico para S., ya que pensábamos que su conducta se debía a los problemas conyugales de ellos”.
Durante los once años de matrimonio, no hay registro de denuncias por violencia intrafamiliar. Sólo después de la separación, hay dos denuncias en la Fiscalía de Las Condes, uno de septiembre de 2009 y otro en abril de 2010. En la primera, denunció intento del padre de entrar al hogar con agresiones verbales; en la segunda, maltrato sicológico a su hija mayor tras una de las discusiones en las visitas. Ninguna de ellas se investigó, porque se consideró que no había delito. Hubo un intento de reconciliación entre ambos en diciembre del 2009, que finalmente no prosperó. En los primeros días de enero de 2010, Orellana se llevó a sus hijas a unas cabañas del Banco Central en la playa, junto a la abuela de las niñas. Su madre cuenta que al regreso, la segunda hija de 3 años “empezó a tener conductas raras, como hablar como guagua y hacerse pipí”, pero no observó otras conductas extrañas.

DIRECTORA DEL COLEGIO: “SOSPECHABA EL ABUSO”

El régimen de visitas se estableció en marzo de 2010: cada 15 días, comenzando el viernes a las 20 horas y regresando el domingo a las 19 horas. Según se reconstituyó en el juicio oral, hubo a lo menos siete fines de semana en que Enrique Orellana estuvo con sus hijas (tres de ellos figuran en constancias a Carabineros que dejó Yamile C.). Las primeras cuatro visitas ocurrieron en su departamento de Catedral, donde vivía solo. Luego, las llevó tres fines de semana a la casa de su nueva pareja. Estas siete fechas, sumadas al relato de las menores, fueron el argumento para que el tribunal afirmara en su fallo que el delito de violación se produjo en forma reiterada, durante un periodo de tiempo establecido posterior a la separación del matrimonio.
Yamile C. declaró que “S. llegaba callada y C. y P. muy violentas.  En mayo empezaron las más chicas a hacerse pipí en la noche y hasta hoy es difícil hacerlas dormir; se pusieron agresivas y desordenadas, daban patadas. No entendía qué estaba pasando, llegaban agresivas y con pena; P. lloraba en su pieza, C. despertaba llorando y decía “¡no papá!” y lo mismo pasaba con S.”. Ella dijo que lo atribuyó al impacto por la separación. La mayor de las hijas discutió fuertemente con su padre –relatan testigos- y él la llevó de regreso a su casa en dos oportunidades. Las menores fueron con su papá en todas las fechas acordadas para las visitas.
Según el relato del padre en el juicio, las visitas ocurrieron dentro de total normalidad y él se relacionaba mucho por correo con sus hijas: “Un padre normal ve a sus hijos con normalidad y yo dependía de la voluntad de mi ex mujer, a veces me respondían los correos mis hijas y otras no. Con mi ex mujer no tenía relación, con S. las pocas veces que la veía me decía que quería estar sola conmigo y a las otras dos niñas me las llevaba cuando podía”.
Sin embargo, la situación experimentó un giro cuando citaron a la mamá de las tres niñas al colegio Mariano, el 17 de agosto de 2010. Yamile fue acompañada por su hermana. La religiosa Paulina Rodríguez, directora del colegio, le señaló que S. llegaba distinta después de las visitas durante los fines de semana y que decía no querer ver a su padre. “Le pregunté a la madre de las niñas si no le parecía raro esto y le dije que sospechaba que estaba siendo abusada.  Cuando la madre escuchó esto se asombró y reaccionó incrédula”.
La religiosa Cristina De Mussy, profesora jefe de S.  complementó en el juicio los dichos de la directora del colegio: “Los días lunes se masturbaba con más frecuencia que lo habitual, apreciación que compartían los demás profesores”. Y agregó: “Una vez me comentó que no quería ir a la casa de su padre y que él no la había dejado llamar a su mamá para el Día de la Madre; en otra ocasión me dijo que estaba bien porque no había visto al papá, ese día estaba alegre”. El papá le pidió una reunión a mediados de 2010, y hablaron de las conductas que estaba experimentando su hija en el colegio. “Le dije que la niña no estaba siguiendo el tratamiento psicológico por falta de dinero, pero el papá me dijo que le daba $1.600.000 a la familia, lo que no me cuadraba porque la madre de S. me decía que el marido le daba solo $700.000. Me pidió que le enviáramos información de su hija pero que no le dijera a la madre de esto”, declaró la religiosa. Tras la reunión, le comentó a la directora del colegio que estaba sorprendida porque Orellana “antes era muy seco y ahora muy preocupado de su hija, y le comenté que me parecía que podía ser un muy buen padre o un farsante, porque no me cuadraba esta doble realidad”.
Alarmada por la sugerencia del colegio, la madre de las tres niñas decidió llevarlas a una consulta. Primero las vio el pediatra que las atendía, Eduardo Wolf, de la Clínica Las Condes. El dijo que no podía hacer el examen específico que requería este caso y las derivó a una ginecóloga de la misma clínica, Paulina Merino. La especialista las examinó y luego recomendó a la madre que las llevara al Servicio Médico Legal, para un examen más específico.
Según cuenta la directora del Colegio Mariano, habló por teléfono con la doctora Merino tras la consulta: “Me confirmó que tenían signos de abuso sexual pero no sé si se refería a las tres niñas, a dos o solo a una, y me señaló que las había derivado al Servicio Médico Legal porque tenían signos de abuso”.

SML: “HUBO PENETRACIÓN ANAL”

En el Servicio Médico Legal, las atendió el médico Enrique Roncone, ginecoobstetra especializado en pericias forenses ginecológicas, particularmente en el área infantojuvenil. El examen consistió en un análisis visual previo y luego hizo una revisión de la zona genital y anal con la ayuda de un instrumental de última tecnología (calposcopio) que amplifica y fija con fotografías digitales la observación.
En el caso de la mayor de 10 años, Roncone concluyó “que no estaba desflorada, pero sus lesiones anales sugerían penetración reiterada con objeto contuso”. Sobre el peritaje de la segunda menor, de 6 años, “concluí que al momento del examen no estaba desflorada, pero las lesiones en el ano eran sugerentes de penetración anal reiterada con objeto contuso”. Con respecto a la menor de las niñas, que en 2010 tenía 3 años, “concluí que no estaba desflorada, y que, por las lesiones en el ano, era sugerente de penetración anal reiterada con elemento contuso”.
El médico consultó su diagnóstico con el entonces jefe de Sexología Forense: “Estuvo de acuerdo conmigo y no contradijo nada, por lo que no tengo dudas de que hubo penetración con objeto contuso”, concluyó.
El diagnóstico resultó lapidario. Ya no se trataba de abuso sexual, sino de violación. Para Yamile C., la noticia llegó como un mazazo.

UN CRUDO RELATO

Las tres menores declararon en el juicio oral frente a los tres magistrados, pero en condiciones especiales por su edad. El relato es crudo y entrega otros elementos respecto de lo que sucedía durante las visitas quincenales a su padre, en particular, cuando iban a la casa de su nueva pareja, Jennifer.

S.O.C.: “Cuando esto pasaba en la casa,  yo dormía en un sillón-cama en el living, ocurría cuando yo estaba despierta pero no podía moverme, yo le decía que no lo hiciera pero él no decía nada.  Mis hermanas dormían con mi papá en su cama.  Para mantener el secreto, mi papá me decía que si yo hablaba les haría daño a mi mamá y a mis hermanas, que a mi mamá la iba a matar y a mis hermanas le haría lo mismo que a mí y eso me daba miedo (…) Cuando mi papá se subía encima sentía un fuerte dolor en el ano y ese mismo dolor lo sentía desde antes que empezara a visitar a mi papá”.
P.O.C.: “Me pasaba algo que no me gustaba porque mi papá me pegaba con un palo en el potito y me dolía. Yo veía el palo pero no me acuerdo cómo era. Me dolía el potito pero no me acuerdo por qué y me dolía porque me pegaba fuerte. No me acuerdo cómo me pegaba. Mi papá me pegaba en su casa, durante la noche porque estaba oscuro, mientras yo estaba en mi cama y despierta”.
C.O.P.: “No me gustaba hacer nada con el papá porque era malo, nos hacía cosas malas, nos enterraba clavos en el poto y eso me dolía.  Yo veía el clavo, era con una punta y esto pasaba de día (…)  Cuando el papá me metía el clavo en el potito me dolía siempre, no siempre, lo hizo solo una vez y cuando nos íbamos a su casa”.
Durante la investigación judicial, la mayor de las hermanas había aportado otros detalles en su declaración frente a una oficial de la 48 Comisaría de la Familia de Carabineros: “La niña afirmó que su papá Enrique la tocaba a ella y sus hermanas cuando estaban en la casa de él, que la hacía dormir en un sofá-cama y a sus hermanas en la cama con él, y que al momento de acostarla, el padre le pasaba la mano por debajo del pijama y le tocaba el potito o le metía el dedo en el potito. Declaró que cuando era chica su papá la llevaba al baño y le echaba hipoglós en el poto y que le metía algo que ella no veía y que le decía que era un secreto entre ellos y que no debía contarle a su mamá. Y por último, señaló que su padre siempre la ponía de guatita”.

PERICIAS SICOLÓGICAS: “RELATO CREÍBLE Y VÁLIDO”

Después del examen sexológico que les practicaron a las tres menores en el SML, vinieron las pericias sicológicas. Así lo exige el protocolo en estos casos para determinar la credibilidad y validación de los relatos de las menores, y de ese modo, dar certezas al tribunal de que las menores no fueron influenciadas por terceros (inoculación). Marcela Concha, siquiatra forense del SML, abordó primero a la mayor S., con una serie de test y pruebas especializadas. “Al aplicar la pauta de credibilidad resultaba creíble y el análisis de su testimonio mostraba un relato válido”, declaró.  En cuanto a indicadores de daño relacionado con abuso y maltrato, diagnosticó que “clínica y proyectivamente había indicadores de ello, como en la conducta erotizada de masturbación desde la época de lactante y síntomas ansiosos, como su dificultad para relacionarse con pares y crisis emocional”.
En el SML también la evaluó la sicóloga infantojuvenil especialista en maltrato y abuso sexual, Ximena Navarro. En su informe, destaca que respecto a la figura del padre, “si bien predomina lo negativo, la percepción es ambivalente o polarizada, es decir, se ha convertido en alguien malo, enfermo o loco que genera en ella ansiedades de muerte y rabia, pero además, lo ve como capaz de rehabilitarse; lo percibe con capacidad de ser lúdico y cariñoso, pero con necesidades afectivas que requieren ser satisfechas ahora”.
La especialista explicó que en los test aparecieron “indicadores de maltrato genéricamente entendido, y específicamente, por abuso sexual; hay que aclarar que no se hace una diferencia muy taxativa entre abuso sexual y maltrato, dada la complejidad del ser humano para reaccionar ante el maltrato”. Finalmente descartó manipulación en el testimonio de la menor: “S. no dibuja a la madre buena y al padre malo porque a ambos los ve con cosas buenas y malas y esto es síntoma de que no ha sido inoculada”.
La mayor de las hijas fue tratada por especialistas del CAVAS a partir de la judicialización del caso. La sicóloga María Salas observó conductas suicidas, una autoimagen negativa y mucha inseguridad. En el juicio, aportó antecedentes más detallados entregados por S.O.C durante la terapia: “Refirió que se sentía culpable por sus hermanas, ya que si hubiera hablado antes a lo mejor esto no se habría extendido en el tiempo ni habría ocurrido lo mismo a sus hermanas.  Por eso está molesta con su papá, ya que le mintió porque le dijo que si no contaba, no les pasaría nada a sus hermanas, cosa que comprobó cuando su hermana develó”.
Otra de las sicólogas que trató a S.O.C., María Tornero, declaró en el juicio: “Mi percepción era que llegaba con estrés postraumático agudo, ansiosa, evitaba hablar de lo ocurrido, tenía ideación suicida, pensamientos intrusivos y preocupación en temáticas sexuales no esperables a su edad.  Estos síntomas estuvieron presentes en forma aguda y crónica en el tiempo”.

CONDUCTA SEXUALIZADA EN LAS MENORES

A petición de la fiscalía, las dos niñas menores -P.O.C. y C.O.C.- también fueron evaluadas por personal especializado del CAVAS, en 2010, cuando tenían 4 y 3 años respectivamente. El tratamiento reparatorio siguió hasta 2012.
La sicóloga Ana Bouquillar evaluó a la segunda de las hijas del matrimonio, quien entonces tenía 4 años. Según describe en su relato, “el papá era malo, me pegaba con un palo en el poto. No vi el palo, me dolía. Cuando iba a su casa no me gustaba ir a verlo”. La especialista subrayó que la niña “relacionaba el vínculo afectivo con elementos de la sexualidad”, que no van acorde a su edad.  “Estos signos de auto estimulación en la zona genital que se manifiestan al masturbarse en un contexto inadecuado, como es la sesión terapéutica, lo comienza como un juego y recuerda al padre cuando se le interrumpe. Enlaza un recuerdo del padre con una conducta sexualizada”. Y concluye que “la niña presenta indicadores compatibles con experiencia de agresión sexual asociados al padre”.
La más pequeña de las hijas Orellana C. fue diagnosticada por la sicóloga Carmen Escala Castro, cuando tenía 3 años y tres meses, en octubre de 2010. Los resultados fueron analizados por un equipo clínico compuesto por once profesionales, en reuniones semanales; y en una reunión ampliada de veinticuatro profesionales. “Concluimos que había indicadores psicológicos compatibles con agresión sexual asociados por la niña al padre –declaró la especialista-.  Al referirse al agresor, menciona al padre, lo percibe como una figura omnipotente frente a la cual siente temor”. Y explicó: “Pude darme cuenta que no repetía lo que había escuchado sino lo que había vivido (…) El poco lenguaje no permite verbalizar la experiencia traumática, solo guarda la vivencia y la sensación. Ella relata que el padre le metió un clavo en el potito y siente dolor por esto, porque es lo que ella puede explicar”.

LA DEFENSA DEL PADRE: “JAMÁS HICE NADA”

Durante el juicio, Enrique Orellana no aceptó someterse a los peritajes siquiátricos del Servicio Médico Legal. “No fue por temor a que se encontrara algo en mí, solo seguí el curso de acción que mi abogado me sugirió”, explicó.

Sí aceptó prestar testimonio durante el juicio oral, donde descartó todas las acusaciones en su contra. “Jamás hice nada en contra de mis hijas que no sea quererlas y cuidarlas, siempre trabajando para ellas”, afirmó. Y agregó: “Respecto de C. y P., todo lo que se ha discutido en este juicio versa sobre la influencia de mi ex sobre las niñas en mi contra”.
Orellana declaró tener problemas ocasionales con la mayor de las niñas, por peleas: “Una noche S. llamó a su mamá por teléfono y le vino un ataque de histeria, se pegaba y daba vueltas. Traté de calmarla. Al día siguiente no dejé que hablara con su mamá, pero después de ese fin de semana todo se volvió una locura porque mi ex mujer no pudo soportar que yo tuviera otra familia”.
Con respecto a las dos menores, Orellana declaró: “P. era la más cercana a mí, desde chica, cuando iba a dejarla los domingos en la tarde, lloraba”. Y recordó que el 15 de agosto de 2010, “P. llegó con cara de compungida y me dijo que quiere vivir conmigo y yo, torpemente, le dije que yo también. Se puso contenta”. Con respecto a la menor, C., dijo: “Se despedía sin problemas”.
Su defensa presentó una batería de testigos durante el juicio oral, la mayoría de ellos compañeros de trabajo en el Banco Central. El ejecutivo se inició en 2001 como analista y luego fue nombrado gerente de Estrategia y Comunicación de Política Monetaria, un cargo de confianza muy cercano al presidente del banco.
José de Gregorio, ex presidente del Banco Central, declaró: “Nunca recibí reclamos en contra de Enrique por acoso sexual ni de ninguna otra índole… Tengo la convicción personal que es inocente, pero yo no pongo las manos al fuego por absolutamente nadie, solo es una percepción que tengo basada en presunciones de todo lo que yo vi e interactué con Enrique”.
Otro de sus compañeros, el ingeniero David Salfate, dijo: “Nunca he estado en la casa de Enrique, solo lo conozco en la parte laboral y lo admiro como profesional, los compañeros de trabajo le tienen mucho cariño, es un economista muy integral”.  Marta Cuevas, ingeniera informática, relató que coincidieron en las cabañas de Punta de Tralca, cuando Orellana veraneaba con su familia: “Lo veía interactuar con sus hijas, era un padre amoroso, se preocupaba que comieran, estuvieran felices, de lo que hacían, jugaba con ellas y era atento con su señora”.
La defensa de Orellana presentó el testimonio del sicólogo Juan Yáñez, quien lo atendió en los meses previos a su separación: “Frecuentemente hablaba de sus hijas y de cómo poder protegerlas sin perder incidencia sobre el control de sus hijas que quedan en estos casos bajo la tuición exclusiva de la madre”.
Por último, la defensa presentó a dos médicos, para refutar las conclusiones entregadas por los especialistas del Servicio Médico Legal: la sicóloga Greter Macurán -quien se presentó como especialista en psicoterapia y en evaluación de delitos sexuales; y participó como perito para la defensa del hoy condenado Jorge Tocornal por abuso sexual de sus hijos- analizó el examen sicológico al que fueron sometidas las tres menores en el SML. Concluyó que los testimonios habían sido inducidos en algunos casos, que el estado emocional era una consecuencia del impacto por la separación de los padres y que las pruebas aplicadas no eran las adecuadas para validar los testimonios. El médico Leonardo González (especialista en Medicina Legal,  trabaja en una empresa privada de peritajes y declaró no tener especialidad en exámenes sexológicos forenses), descartó que las lesiones en la zona anal de las tres niñas permitieran concluir que habían sido objeto de “violación con objetos contundentes”, como concluyó el especialista que las examinó:
-Revisé las fotografías del examen, y en mi opinión, ninguna de las niñas presentaba desgarros antiguos, pero lo que si se observa es una dilatación anal parcial que es normal, explicada más plausiblemente y que no está objetivada por el examen más idóneo.  Además, la existencia de esta dilatación es porque el esfínter de las niñas funcionaba bien.

JUECES: “NO CABE DUDA RAZONABLE”

El fallo de los tres magistrados -Jeni Morales, Pedro Maldonado y Juan Carlos Urrutia- fue unánime en este caso para condenar al imputado por el delito de violación reiterada “sin que exista ninguna duda razonable”.
Una de las consideraciones apunta a que el relato de las niñas “hay que ponderarlo desde la óptica del niño, entendiendo que se trata de víctimas de muy corta edad, de eventos altamente traumáticos que involucran al padre como figura agresora”.
En su extensa argumentación sostienen que existe coincidencia en el relato de las tres niñas: “Hacen referencia a que la penetración les producía dolor; las tres sitúan las acciones en dos lugares físicos distintos”, en el departamento de calle Catedral y la casa de calle Capuchinos.  Establecen que el delito ocurre en el periodo comprendido entre la separación en 2009 y mediados de 2010, y que cada una en su lenguaje se refiere “inequívocamente” al órgano sexual masculino cuando describen estas agresiones.
Uno de los puntos centrales del fallo detalla por qué se aceptan los peritajes realizados por el SML y por qué se descarta la opinión de los especialistas presentados por la defensa de Enrique Orellana. Con respecto al examen sexológico practicado por el doctor Roncone, señalan los jueces: “El doctor González frente a la versación del doctor Roncone (SML), dejó en evidencia su falta de idoneidad y experticia suficientes para afirmar en los términos categóricos que lo hizo, que las menores no presentaban lesiones anales, defectos que en caso alguno tuvieron la virtud de generar una mínima duda razonable en estos jueces que llevara a desvirtuar el mérito probatorio de las conclusiones del perito del Servicio Médico Legal”.
Luego, el tribunal analizó las conclusiones de las sicólogas que periciaron a las menores en el SML, y que apuntaron coincidentemente a diagnosticar abuso sexual por parte del padre. Especialmente se refieren al caso de la mayor, S.O.C.: “Resultó bastante lógico suponer que experimentar de parte del padre sentimientos de afecto y cariño propios del vínculo filial, junto con conductas sexuales de agresión, conlleva una contradicción que le produce el quiebre en la imagen paterna (…) Luego, los sentenciadores también estimaron que dicha conclusión fue perfectamente plausible y se condijo con los hechos descritos por la víctima y la restante prueba”.
Con respecto a las conductas descritas sobre las dos niñas menores, los jueces consideraron que “fueron demostrativas de maltrato en general, en el cual quedó comprendida la agresión sexual”.
Por contraste, descartaron la validez de las opiniones vertidas en el juicio por la especialista de la defensa de Orellana, Greter Macurán: “Su falta de credibilidad y fiabilidad como prueba, dice relación además, con el hecho de que aparece como colaboradora o consultora de la empresa Forensik, a la que pertenece el doctor Leonardo González, quien hizo un peritaje en esta causa tendiente a tratar de demostrar la falta de fiabilidad del informe sexológico”. Y sostienen: “No parece fiable que ella misma se pronuncie acerca de la credibilidad de los relatos de las tres niñas, en circunstancias que el rigor técnico exige que sean peritos distintos los que evalúen a las diversas víctimas, como una forma de evitar el sesgo”.
Los jueces descartaron también la posibilidad de que las niñas hayan sido influenciadas para culpar al padre, porque las menores han mantenido un relato “sostenido en el tiempo”, rodeado de elementos externos en que intervienen terceros. “Lo anterior, torna impensable e ilógico suponer la existencia de una conspiración en la cual la madre, de manera organizada y sistemática, haya podido influir e interferir el relato de sus hijas en las distintas ocasiones que estas han debido prestarlo, tanto ante las diversas profesionales que las han examinado y tratado, como ante carabineros y estos jueces”.
El fallo concluye que, pese a las dificultades para comprender el comportamiento anormal de las tres niñas, “la evidencia científico-técnica da cuenta que las tres niñas fueron penetradas analmente en forma reiterada, y despeja toda duda en cuanto al origen de la sintomatología experimentada por ellas, que no fue otra que la agresión sexual a que las tenía sometidas el padre”.
Por todo lo anterior, el Tribunal condenó a 60 años de presidio mayor en su grado máximo (20 años por cada una de las tres niñas) a Enrique Orellana; inhabilitación absoluta para cargos públicos, para ejercer la profesión y para derechos políticos;  inhabilidad para ejercer la custodia o representación de sus hijas y prohibición para trabajar en contacto con menores de edad, mientras dure la condena. Adicionalmente, se le condenó a pagar un monto de $400 millones, por concepto de daño sicológico a las víctimas y a su madre.
Actualmente, Enrique Orellana está recluido en la Cárcel de Alta Seguridad. Su defensa presentó el 29 de abril un recurso de nulidad ante la Corte Suprema y hasta que no haya un pronunciamiento oficial, la sentencia no está ejecutoriada. Mientras la justicia no diga la última palabra,  Enrique Orellana está suspendido de su cargo como Gerente en el Banco Central y no percibe remuneraciones.
REFERENCIA:http://ciperchile.cl/2013/05/02/las-pruebas-que-condenaron-a-ejecutivo-del-bc-por-violacion-reiterada-de-sus-hijas/
El ex ejecutivo del Banco Central, Enrique Orellana, fue absuelto de la acusación por la violación y abusos sexuales de sus tres hijas ocurridas entre el 2009 y el año 2010, cuando las niñas tenían 3, 4 y 9 años de edad.
La resolución fue adoptada en forma unánime por el Cuarto Tribunal Oral de Santiago.
Los jueces manifestaron que las pruebas presentadas por la parte querellante como los informes sexológicos eran inconsistentes y que habían contradicciones en testimonios de las hijas y de la madre.
En el fallo se estableció: "La prueba de cargo no alcanzó a formar la  convicción suficiente  para tener por acreditados los cargos imputados en contra del acusado Orellana Cifuentes. La debilidad de la prueba pericial, unida a  la mellada credibilidad del relato de las niñas  y los antecedentes en contrario presentados por la defensa son razones suficientes para mantener la presunción de inocencia del acusado".
 "Por lo tanto este tribunal por la unanimidad de sus integrantes  decide absolver  de todos los cargos imputados a  Orellana Cifuentes, por lo que se declara el alzamiento de todas las medidas cautelares",  señaló el dictamen. La sentencia definitiva será comunicada el próximo 9 de octubre a las 13:00 horas y el falloes inapelable.
Este fue el tercer juicio que enfrentó Orellana. En un primer juicio fue absuelto por la Corte de Apelaciones de Santiago y en el segundo fue condenado a 60 años de cárcel, sentencia que anuló en junio de este año la sala penal de la Corte Suprema.
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Tras conocerse el fallo absolutorio de Enrique Orellana, ex ejecutivo del Banco Central quien fuera acusado de violar y abusar de sus tres hijas, el Fiscal Regional Metropolitano Centro Norte, Andrés Montes, manifestó su preocupación por el estado de las víctimas quienes debieron enfrentar la realización de tres juicios orales.
"Podemos señalar que el Ministerio Público presentó acusación en este caso, con la claridad y la convicción de que los hechos ocurrieron tal como lo señalaron las víctimas, estimamos que la prueba ha sido la rendida en el juicio, y que ésta demostraba los hechos que formaban parte de la acusación. Nos sorprende y nos preocupa particularmente la situación de las víctimas", dijo Montes.
Asimismo, destacó que "vamos a esperar la sentencia para ver los cursos de acción".
Respecto de la prueba pericial rendida por la Fiscalía, Montes destacó que "Es una pericia científica elaborada por un prestigioso médico del Servicio Médico Legal y a juicio del Ministerio Público era suficiente para acreditar los hechos que fueron expuestos en la acusación".
Los tres magistrados del Cuarto Tribunal de Juicio Oral en Lo Penal, Cristián Soto (presidente), Isabel Espinoza y Laura Aseef, que declararon inocente a Orellana indicaron que la prueba no alcanzó para formarse la convicción de la culpabilidad, razón por la cual resolvieron absolverlo de los cargos de violación impropia, abuso sexual y abuso sexual agravado.
Durante los tres juicios orales realizados en este caso -dado que se anularon los dos primeros- fueron nueve los jueces que conocieron de los hechos. De ellos, cuatro estimaron que Orellana era culpable de los cargos que lo acusaba la Fiscalía Centro Norte.
"Que por lo tanto, este tribunal por unanimidad de sus integrantes decide absolver de todos los cargos imputados en contra del acusado Enrique Alfredo Orellana Cifuentes, por lo que se dispone el alzamiento de toda medida cautelar en razón de esta causa, como así mismo se ordena que se elimine su nombre de todo registro en el que figure en su calidad procesal anterior", dice la sentencia de deliberación.
La audiencia de comunicación de sentencia definitiva –que será redactada por la magistrada Assef Monsalve- quedó fijada para el próximo miércoles 9 de octubre, a las 13 horas.
EL CASO
La madre de las niñas, ex esposa del ejecutivo, presentó la denuncia contra él en agosto del año 2010, tras conocer los peritajes del Servicio Médico Legal que habían confirmado lesiones de violación impropia en las tres menores.
Durante el juicio oral el tribunal estuvo conformado por los jueces Cristián Soto (presidente), Isabel Espinoza y Laura Aseef. Ellos dictaron la resolución en forma unánime, al estimar que las pruebas rendidas por el Ministerio Público fueron insuficientes e inconsistentes para acreditar las agresiones en contra de las pequeñas.
También, los magistrados consideraron que las acusaciones de la ex mujer no son creíbles e incluso, ella evidencia el dolor de su quiebre matrimonial. La mujer conocer el veredicto abandonó por la entrada de los imputados la sala, para evitar a los medios de prensa.
Cabe recordar que el hombre ya había enfrentado en dos ocasiones previas a un tribunal. En el primer juicio, en 2012, había sido absuelto, pero la resolución fue luego anulada por la Corte de Apelaciones de Santiago.
En el segundo, en tanto, que culminó el 20 de abril de 2013, el suspendido ejecutivo fue declarado culpable y condenado a 60 años de prisión, es decir, dos décadas por cada una de sus hijas. Sin embargo, la Corte Suprema revocó el fallo y hoy en forma definitiva fue declarado inocente.

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